Una tarjeta de crédito convencional (las que siempre habíamos usado) es aquella con la que aplazas el pago de tus compras hasta una fecha determinada. Generalmente pagas a final del mes o principios del mes siguiente, a mes vencido. Es decir, con tu tarjeta de crédito normal compras durante todo el mes sin pagar, y cuando llega la fecha de liquidación, el banco te pasa el importe total. Esto te permite comprar productos o servicios sin tener que pagarlos en el momento, si aún no tienes dinero suficiente en tu cuenta, pero tienes previsto que posteriormente tendrás saldo y podrás hacer frente a los pagos.

En cambio, con una tarjeta revolving, todo lo que compras se paga a plazos, con cuotas fijas mensuales. La cuota mensual y los intereses están especificados en el contrato de la tarjeta. En general, los intereses de las tarjetas revolving superan la media de otras tarjetas, estando por encima del 20%. A veces muy por encima. Por eso son considerados intereses abusivos.

Además, si un mes gastas más de la cuota mensual estipulada, esa cantidad extra se acumula y se suma a los intereses que cada mes genera la tarjeta. Por eso, aunque pagues tu cuota todos los meses, la deuda se va acumulando y no terminas de pagarla. Cuanto más tiempo tengas tu revolving, más deuda acumularás. Si todos los meses pagas la misma cuota de tu tarjeta de crédito y nunca terminas de pagar, gastes lo que gastes, puede que tengas una tarjeta revolving. Consúltanos, podemos ayudarte.